De hecho, un estudio acaba de revelar que los alimentos ecológicos se asocian a un mejor desarrollo de cognitivo de los niños. Inteligencia y memoria.
Los niños que comen alimentos ecológicos presentan mejores datos en pruebas de inteligencia fluida (capacidad de resolver problemas nuevos) y de memoria funcional o de trabajo (capacidad de retención cerebral de nueva información para usarla a corto plazo). Así lo ha puesto de manifiesto un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Instituto de Investigaciones Sanitarias Pere Virgili (IISPV-CERCA).
El informe, que ha sido publicado en la revista Environmental Pollution, analiza la asociación entre una amplia variedad de exposiciones prenatales e infantiles y el desarrollo neuropsicológico de los niños en edad escolar. Según los expertos, la explicación a esta asociación puede deberse a que "las dietas saludables, entre las que se encuentra la ecológica, son más ricas que el resto en los nutrientes necesarios para el desarrollo del cerebro, como pueden ser los ácidos grasos o las vitaminas".
Otros hallazgos
El informe, que ha obtenido datos de más de 1.200 niños de diferentes países de Europa, ha llegado a otras conclusiones relevantes. De hecho, señala que los niños que toman comida rápida, que están expuestos al humo del tabaco o que viven en casas muy pequeñas suelen tener unos puntajes más bajos de inteligencia fluida. Por otro lado, también recoge que los que estuvieron de manera habitual en interiores contaminados con partículas finas (PM2,5) presentaban peor memoria de trabajo, ya que éstas promueven las reacciones pro-inflamatorias del cerebro.
Este estudio, con todo lo anterior, nos pone en alerta sobre la importancia de las exposiciones prenatales y en la infancia y corrobora los anteriores estudios que indicaban ya que la dieta está muy relacionada con el desarrollo cerebral, especialmente en los primeros años de vida, que es cuando el cerebro termina de formarse por completo.
Nota final: El trabajo, que se enmarca en un proyecto europeo, ha contado con datos que proceden de 1.298 niños de entre 6 y 11 años de seis países: Reino Unido, Francia, España, Grecia, Lituania y Noruega. El estudio tuvo en cuenta hasta 87 factores ambientales que podrían haber estado presentes durante el embarazo (contaminación del aire, ruido, productos químicos...) y 122 factores de la infancia.